F.I.S.T.
F.I.S.T. (Símbolo de
fuerza) es una película dirigida por Norman Jewison en 1978. Este director es
responsable también de títulos como: El
rey del juego (1965), En el calor de
la noche (1967), El caso de Thomas
Crown (1968), El violinista en el tejado
(1971) o Jesucristo Superstar (1973). La película cuenta con un guión de Joe
Eszterhas y Sylvester Stallone, basado en una historia de Joe Eszterhas. Este
guionista también se encargó de escribir los guiones de películas como: Al filo de la sospecha (1982), La caja de música (1989), o Instinto básico (1992).
Un joven Sylvester
Stallone encabeza el reparto y está acompañado por el veterano Rod Steiger, y por Peter Boyle, Melinda Dillon, David Huffman, Kevin Conway, Tony Lo Bianco, Cassie Yates, Peter Donat, John Lehne, Henry Wilcoxon, y Richard Herd.
La película
contó con un presupuesto de unos 11 millones de dólares y se rodó en varias
ciudades de Inglaterra y Estados Unidos entre junio y agosto de 1977. La acción
transcurre en Cleveland en 1937, donde los trabajadores tienen muy malas
condiciones laborales y reciben, con frecuencia, un trato vejatorio.
John Kovac,
al que da vida Stallone, es un honrado trabajador de origen húngaro, que se
esfuerza al máximo para conseguir el sueño americano. Es un joven muy popular
que siempre procura ayudar a sus compañeros y que quiere conseguir mejores
condiciones laborales para todos. Después de llevar años aguantando injusticias
y unas terribles condiciones laborales, se decide a asumir la responsabilidad
de animar a los trabajadores del transporte en camiones a que se
sindiquen, pues la unión hace la fuerza. Pero los empresarios responden con
violencia y se producen muertes entre los trabajadores. Es entonces cuando el
joven idealista decide responder con la misma moneda: “ojo por ojo y diente por
diente” y se alía con unos mafiosos, desoyendo las recomendaciones de su mejor
amigo y compañero de sindicato.
En una de las
primeras escenas de la película se ve a un hombre descargando
un camión, al que con malos modos se le obliga a transportar
más cajas de las que puede, y cuando se le caen al suelo, además de llevarse
una bronca de aquí te espero, le dicen que habrá de pagar el género estropeado.
“No queremos malnacidos, cerdos ni
gandules”.
Ante estos tratos tan
abusivos protestan tirando al suelo cajas de mercancía, al tiempo que piden
hablar con el jefe para mejorar sus condiciones. Un jefe acaba recibiéndolos y
John, como cabecilla, y representando al grupo, pone
sobre la mesa varias exigencias:
-
El capataz no podrá despedir a nadie sin el
consentimiento del jefe,
-
Los trabajadores no tendrán que pagar la mercancía
estropeada.
-
Les pagarán las horas extra.
El jefe acepta las dos
primeras condiciones y dice que la segunda la negociará con sus superiores. Los
obreros están contentos y van a celebrarlo, pero al día siguiente, cuando
vuelven al trabajo, se encuentran con la desagradable sorpresa de que están
despedidos.
El presidente del
sindicato anima a John a que se convierta en reclutador de sindicalistas,
diciéndole que tiene don de gentes, que los trabajadores le escuchan, que tiene
madera de líder. Tendrá coche, despacho y una comisión por cada afiliado en la
Federación Interestatal de Transportistas. Anima a su mejor amigo para que le
ayude, y aunque éste, hombre bueno y prudente, no está muy convencido con lo de
ir a comisión, y preferiría un sueldo fijo, acaba aceptando, y será siempre la
voz de la conciencia de Kovac.
Empiezan con ilusión
pero las cosas no son fáciles, la mayoría de los camioneros no quieren
afiliarse al sindicato, e incluso comentan: “No saben donde se están metiendo”.
Pero no se rinden y convocan una reunión en el sótano de una Iglesia, con muy
poco éxito y donde, además, les acaban pinchando las ruedas del coche.
Uno le pregunta: “¿No
será que sólo queréis recaudar dinero? A lo que Kovac responde con convicción:
“Queremos mejorar las condiciones de los trabajadores. Si os unís seremos
fuertes”. El joven sindicalista tiene muy claro eso de que la unión hace la
fuerza, y así intenta transmitírselo a todos. Juntos podrán conseguir mejoras
salariales, mejores condiciones de trabajo. La reunión, la asamblea, la
sindicación y la huelga son sus herramientas.
El filme nos mostrará el
meteórico ascenso de Kovac en el sindicato, pero como en muchas películas, tras
el ascenso viene la caída, aunque en esta película la caída será amortiguada
por la redención del personaje que en su ascenso cada vez utilizó métodos más
violentos y extremos. En un principio recomendaba la sindicación,
posteriormente obligaba a ella incluso a aquellos que no lo deseaban llegando a
amedrentarlos con amenazas y agresiones a ellos o a sus familias, utilizando
métodos verdaderamente mafiosos.
Ya no se conforma con
ser miembro destacado del sindicato, quiere presidirlo, pero el presidente
actual no desea ceder su puesto, que ocupa desde hace años. Kovac descubre que
es un sindicalista corrupto, que se ha enriquecido a expensas del sindicato
(sobre esto conocemos unos cuantos casos en España), pero en lugar de
denunciarlo como le sugiere su mejor amigo, ve la forma perfecta de medrar. El
actual presidente dimitirá por considerarse ya mayor y será quien se encargue
de recomendar a Kovac para el puesto de presidente, quien se encuentra con pleno
poder y con el apoyo de la mafia.
Las cosas se le empiezan
a torcer al ambicioso sindicalista cuando un senador comienza a investigar las
posibles conexiones entre el sindicato que lidera Kovac y la mafia, y es aquí
donde empieza la caída del personaje al que da vida Stallone, que de joven
idealista se ha convertido en hombre manipulador y con pocos escrupulos.
Lo cierto es que el
séptimo arte se ha hecho eco de la lucha obrera y el movimiento sindical en
múltiples ocasiones, a veces de forma anecdótica y otras veces como tema principal
como en esta película. Ya en el cine mudo contamos con ejemplos como: “La
huelga”, dirigida por Sergei M.
Eisenstein en 1924, que se desarrolla durante la Rusia de los zares.
La película muestra a los obreros descontentos de una gran empresa que, tras
reunirse, deciden ir a la huelga. El director informa a los responsables
políticos que deciden impedir la huelga a cualquier precio. Las escenas finales
que muestran la represión de la huelga son de gran violencia y crudeza.
Violencia que también puede verse en FIST. De hecho en las carátulas de la
película se suele representar al protagonista y sus hombres armados con bates dispuestos
a la batalla.
Al ver FIST recordé una
película espléndida de Elia Kazan protagonizada por el genial Marlon Brando: La ley del silencio (1954), que muestra
a unos estibadores de los muelles neoyorquinos enfrentándose a la mafia
sindical.
En 1969 contamos con dos
títulos interesantes, uno de origen italiano; Metello (Mauro Bolognini), y
otro de nacionalidad británica: Odio en
las entrañas (Martin Ritt). Esta última película se desarrolla en 1876 y
cuenta la historia de unos mineros galeses e irlandeses que trabajan en
condiciones terribles en Estados Unidos, deciden formar un sindicato para
mejorar sus condiciones, y son perseguidos por la policía. 10 años después este
mismo director dirigió a Sally Field en el papel protagonista de Norma Rae, filme basado en hechos
reales, mostrando con una visión optimista, a una mujer reivindicativa, que
pasa de ser una operaria de una fábrica textil a una líder sindical. También
John Kovac pasa de obrero a líder, con la convicción de que las condiciones
laborales se pueden mejorar si todos se unen, aunque él no siempre elige el
camino más recto y adecuado.
En 1978 Paul Schrader
dirigió Blue Collar que habla de la corrupción dentro del sindicato, aspecto
que también es tratado en la película que hoy nos ocupa. El presidente del
Sindicato Interestatal de transportes (F.I.S.T.), ha aprovechado su posición en
el sindicato, y los fondos del mismo para hacer negocio y sacar provecho, y
gracias a eso ha amasado una importante fortuna, que por medios legales nunca
habrían conseguido. Sin embargo, Kovac, en lugar de denunciarlo, utiliza esta
información para presionarlo para que no se presente a una nueva reelección y
le recomiende a él. De este modo consigue el tan ansiado poder.
Seguro
que a más de uno estas corruptelas les recuerdan otras que leemos con
frecuencia en la prensa sobre algún que otro sindicalista al que le han
encontrado un buen puñado de millones de euros bajo el colchón, así como 16
viviendas de su propiedad. Y los sindicatos españoles no parece que estén muy
por la labor de la transparencia, y quieren seguir cobrando sustanciosas
subvenciones, y no mantenerse únicamente de las cuotas de sus afiliados. Creo
que se imponen cambios y sobre todo mucha transparencia, a los ciudadanos nos
interesa saber cómo se gestionan nuestros impuestos.
Pero volviendo a la película que estamos comentando, decir que,
al parecer, F.I.S.T. se inspira en la biografía del sindicalista James Hoffa,
nacido el 14 de febrero de 1913, al que en 1957 eligieron presidente de la
Hermandad Internacional de Camioneros, y que estuvo estrechamente ligado a la
Cosa Nostra. Lo cierto es que Kovac recuerda mucho a este personaje real, que
ganó notoriedad por sus métodos violentos, y que fue investigado por el senado
de los Estados Unidos por la corrupción en el sindicato que lideraba, y fue
condenado por intento de fraude y conspiración. Ingresó en la cárcel en 1967
pero salió libre en 1971. Intentó sin éxito recuperar su poder en el sindicato
y poco después desapareció sin dejar rastro, lo cual suscitó todo tipo de
historias y rumores. Su cuerpo nunca apareció.
Kovac en un principio tiene muy buenas intenciones, pero
finalmente se apoya en un grupo de mafiosos, pensando que es la única forma de
ser fuertes, de tener apoyo frente a la violencia con la que los reprimen y que
ya se ha llevado al cementerio a alguno de sus hombres. Le prometen apoyo, pero
el apoyo no es gratis, le piden cosas a cambio. Al protagonista tal vez le
parezca razonable pues eso le va a llevar a conseguir los objetivos del
sindicato, pero eso significa aceptar la frase de Maquiavelo de que “El fin
justifica los medios”, medios a veces muy violentos, y muy poco recomendables.
La próxima
película que comentaremos será El último magnate con Robert de Niro, que muestra la forma de trabajo en un Estudio de Cine de los años 30. Próximamente hablaremos también de los oficios de Charlot y de la película Filadelfia en la que se aborda el despido
improcedente. Creo que es una buena oferta para el verano.
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