domingo, 12 de agosto de 2012

Laboralcinema presenta: Metrópolis


METRÓPOLIS

Metropolis es una película alemana muda de ciencia ficción dirigida por Fritz Lang y realizada por la productora UFA. Es uno de los máximos exponentes del expresionismo alemán que se rodó en 1926 y fue estrenada en 1927. El guión lo escribió Lang junto a su esposa Thea von Harbou, inspirándose en una novela escrita por Harbou en 1926 que ofrece una visión apocalíptica de la sociedad del futuro, mostrando que el progreso es negativo y lleva a la opresión o a la locura.
Como dato curioso y de gran interés decir que esta película es una de las pocas que se ha considerado “memoria del mundo” por la UNESCO. Otras que tienen esta categoría son: los filmes documentales de los hermanos Lumière, El mago de Oz (Victor Fleming, 1939) con Judy Garland en el papel protagonista, y Los olvidados (1950), del español Luís Buñuel. Metropolis fue la primera película en poseer esta distinción que le fue concedida por la forma realista de mostrar a la sociedad y por su contenido humano y social.
La película nos muestra una ciudad futurista del siglo XXI (2026) en la que los obreros viven en los subterráneos donde se encuentra la maquinaria que produce y que nutre a la ciudad. Tienen prohibido salir al exterior, a esa ciudad donde los ricos disfrutan de los placeres y diversión y llevan una vida divertida, y en muchos casos superficial. Incitados por un robot con forma de mujer se rebelan y quieren destruirlo todo y quitar el poder a los que controlan la ciudad. Pero entonces aparecen dos salvadores, Freder (Gustav Frölich), hijo del jefazo de Metropolis, Johan Fredersen (Alfred Abel), y María (Brigitte Helm), una bella joven de origen humilde. Ambos intentan evitar la destrucción apelando a los buenos sentimientos, especialmente al amor.
La película nos muestra una sociedad dividida en dos grupos muy diferenciados, antagónicos aunque complementarios. Uno de esos grupos es la clase más privilegiada formada por intelectuales, empresarios que tienen el poder y viven en una ciudad de rascacielos, trabajan, hacen deporte, se divierten y parecen felices. El otro grupo es la clase obrera: viven en el subsuelo y trabajan como esclavos, sin posibilidad de salir a ese mundo exterior lleno de comodidades del que otros disfrutan. Parecen hacinados, alienados, o por lo menos eso se desprende de la escena en que se les ve caminando todos en fila hacia unos ascensores que les llevan a las máquinas que tienen que poner en marcha. Están horas y horas, controlados por una maquinaria a la que han de someterse y que les deja extenuados. Y cuando terminan su turno de 12 horas, otra tanda de hombres que caminan al mismo ritmo, formando filas y que parecen un tanto robotizados les sustituyen, y así cada día.
Y esta desigualdad tan notoria, y una persona que alienta a las masas, lleva a la revolución, como tantas veces ha ocurrido a lo largo de la historia, provocando mucho dolor y derramamiento de sangre.
En ese mundo subterráneo hay una joven llamada María que les habla del amor y la esperanza. El lugar donde les habla parece una catacumba cristiana, con cruces, y con una mujer que a modo de profeta les dice que vendrá un mediador que les va a ayudar y que resultará ser el hijo del dirigente de Metropolis. Freder se implica en la causa de María, primero porque le gusta la chica, pero después porque ve la miseria, el trabajo duro, el sufrimiento, las diferencias entre ambas sociedades y decide intervenir.
El padre del joven, que se ha percatado del poder de María, y temiendo que los obreros se rebelen, pide ayuda a un científico llamado Rotwan (Rudolf Klein-Rogge), que le muestra un robot con forma humana que ha construido y que sigue todas sus órdenes. El científico loco consigue que el robot tenga el mismo aspecto que la joven María, pero una actitud totalmente distinta; en vez de hacer que la gente busque comprenderse y amarse, lo que intenta es que se produzca una revuelta. En realidad lo que quiere Rotwan es vengarse de Fredersen por haberle quitado a Hel, la mujer que amaba.
La mujer-robot, convertida en bailarina exótica, logra enfrentar y llevar a la violencia a los hombres que viven en Metrópolis, y al mismo tiempo lleva a los obreros a rebelarse contra el poder y la tiranía. Frederer, el dirigente de Metropolis lo que desea es una revuelta controlada para después machacar a los trabajadores y hacerles ver que la única forma de vida posible es la que llevaban anteriormente, y que si intentan algo sólo empeorarán las cosas. Pero esto se le va de las manos pues no tiene en cuenta la locura del científico y sus ansias de venganza por un desengaño amoroso del pasado.
Después de graves enfrentamientos, Freder y María logran que el dirigente de la ciudad y el cabecilla de los trabajadores se den la mano y apliquen la frase de que entre el cerebro y la mano siempre tiene que estar el corazón. La razón, el pensamiento, las decisiones y por otro lado la fuerza, la capacidad de actuar, el trabajo, han de estar unidos por el corazón, por el amor.
Cuando al director de la película le preguntaban por Metropolis, le gustaba recordar que había concebido la idea de una ciudad del futuro cuando en 1924 había viajado por primera vez a Nueva York y vio desde su barco los rascacielos y toda la ciudad iluminada. Aunque probablemente cuando Lang y su esposa hicieron este viaje la idea ya se había concebido y ella ya estaba escribiendo el libro en el que se basó el filme.
Para algunos estudiosos del filme, la lucha de clases que aparece en Metropolis se apoyaría en el marxismo: clases sociales muy diferenciadas, una de ellas explota a la otra, y no hay posibilidades de promoción. En esta película los obreros están alienados, han de manejar una serie de máquinas que no se sabe muy bien para qué sirven. No saber para qué sirve lo que uno hace, no encontrar sentido al esfuerzo extremo que realizan resulta muy frustrante. Al mismo tiempo se critica la revolución socialista, presentándola más como un problema que como una solución. De hecho, cuando, incitados por el robot de María, inician su revolución, lo que consiguen es destruir su medio de trabajo y poner en peligro a sus hijos, con lo que empeoran la situación que hipotéticamente querían mejorar.
La película también muestra la colaboración entre clases sociales: el hijo del dirigente de Metropolis colabora con la causa de María, y finalmente dicho dirigente y el líder de los obreros acaban dándose la mano con la intención de colaborar en lugar de enfrentarse. Estos comportamientos de colaboración entre clases en lugar de luchar, recuerdan más al nacionalsocialismo, ideología con la que simpatizaba Thea von Harbou y que probablemente plasmó en su novela y en el posterior guión. Tiempo después el director comentó que no le gustaba la frase que se repite varias veces en la película de que el cerebro y la mano han de estar mediados por el corazón, pues la consideraba totalmente irreal. La que insistió más en los aspectos políticos fue su esposa, a él le interesaban más los aspectos técnicos, estéticos y arquitectónicos, no en vano el director de origen vienés había realizado estudios de arquitectura.
Metropolis, que hoy es considerada una obra maestra, no obtuvo mucho éxito en el momento de su estreno, probablemente porque unos la tachaban de comunista y otros de nazi. Además, la película sufrió muchos cortes que alteraron en cierta medida el sentido de la historia. Se pensaba que el metraje cortado se había perdido para siempre, sin embargo, se localizó en 2008 una copia en Argentina, y aunque estaba en muy mal estado se pudo restaurar. Muchos de esos cortes se debieron a que en Estados Unidos algunos distribuidores le atribuían contenidos comunistas, sin embargo, en Alemania, pensaban lo contrario y le ofrecieron a Lang la dirección de la UFA si se afiliaba al partido nazi. Fritz Lang decide abandonar Alemania para evitar posibles represalias por su negativa, ya que él no simpatizaba con los nazis.
La película llamó mucho la atención en su momento por sus magníficos efectos visuales y por la arquitectura futurista inspirada en la ciudad de Nueva York. Es, sin duda, un filme de gran interés para cualquier arquitecto, y puede considerarse que se trata de la primera película de ciencia ficción.
Espero que os haya gustado esta interesante película del cine mudo; la semana que viene comentaremos Paro clínico y hablaremos de los recortes sanitarios.

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3 comentarios:

  1. Gran película. La vi hace tiempo ya pero la voy a buscar para volver a verla; me quedó un muy buen recuerdo

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  2. Metropolis es una gran película, donde podemos ver que en 1924 no se equivocaban mucho de lo que sería la vida en un futuro, si que es cierto que no hemos llegado al 2026 pero cuanto los queda escasos 14 años, y es un tema que me preocupa como es posible que en tantos años no hayamos sido capaces de cambiar e ir a mejor.
    En la película vemos la diferencia en las clases sociales todos trabajan si pero unos de una manera que se llega a la exploración y otros en cambio trabajan pero tiene tiempo para “divertirse”. Si que es cierto que durante años existió la clase media donde se estaba al borde de los dos mundos, ¿pero ahora? Yo creo que la clase media esta desapareciendo a pasos agigantados y volveremos a ver lo que nos indica Metropolis los pobres cada vez más pobres y sin posibilidad de salir de su mundo y los ricos cada vez más ricos.
    La robot que le incita a salir podemos compararla con cientos de guerras que están sucediendo en el mundo donde las personas están cansadas de estar bajo el yugo del verdugo y quieren renacer ser libres y tener la posibilidad de tener un mundo mejor. En la película vemos que se lucha desde el amor para conseguir esa tan preciada libertad, pero también vemos como se intenta manipular a la gente para que sean como los burros y que no piensen y que no vean más allá de lo que tienen delante de sus ojos. Aunque por mucho que se intente esa manipulación en la película vemos como “vence” el amor y esa unión por un mundo mejor, aunque en la realidad es prácticamente una utopía.
    Gran película que no había tenido la oportunidad de ver hasta el momento.

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  3. Gracias por vuestros comentarios. Yo he visto la película para hacer el comentario del blog, y aunque es de los años 20 el tema sigue siendo muy actual ¿No aprendemos? Parece ser que no.
    Sandra, coincido totalmente con lo que comentas de la clase media. En España después de una época muy difícil de guerra y postguerra, la gente luchó muchísimo y se fue creando una clase media con mucho esfuerzo. Creo que trabajar con la esperanza de mejorar, de progresar, de conseguir una vida mejor, da ilusión y esperanza, pero en la situación actual lo que vemos es paro, bajadas de sueldo, subidas de precios, de impuestos, y disminución de poder adquisitivo, y todo para pagar una deuda que han contraído otros con mala gestión y despilfarro, que ahora la gente de a pie tenemos que pagar. Vamos, que cada vez trabajamos más pero somos más pobres, y esa clase media que vivía con una moderada comodidad se va al garete. Sin embargo, en los momentos difíciles siempre hay quien se enriquece. Pero los problemas surgen cuando hay diferencias muy radicales y no se ve la posibilidad de mejorar, de conseguir algo, de progresar.
    Ojalá la utopía de la película fuera una realidad.

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