EL
ÚLTIMO MAGNATE
Película dirigida por Elia Kazan en 1976
basada en la novela inacabada de F. Scott Fitzgerald, protagonizada por Robert
de Niro en el papel de Monroe Stahr, director de un estudio de cine, cuyo
personaje está inspirado en el poderoso Irving Thalberg, quien a pesar de todo
su poder se vio siempre acosado por un amor del pasado.
Robert de Niro encabeza un reparto de lujo en
el que también contamos con Tony Curtis, Robert Mitchum, Jeanne Moreau, Theresa
Russell, Ray Milland, Anjelica Houston, Donald Pleasence, Dana Andrews y Jack
Nicholson. La posibilidad de ver a todos estos actores juntos ya hace que la
película merezca la pena. Pero este no es el único plato fuerte del filme, que
también cuenta con una magnifica recreación de los años 30 y del mundillo
cinematográfico de aquella época.
Elia Kazan como director y Harold Pinter a
cargo del guion realizan una estupenda adaptación de la historia de F. Scott
Fitzgerald sobre la política en un estudio en los inicios de Hollywood, en esos
gloriosos años 30 que nos dejaron tantas joyas cinematográficas.
La película, algo lenta, a mi juicio, muestra
los tejemanejes de un gran estudio que Stahr, que tiene las ideas muy claras,
maneja con mano firme. Si los socios del estudio le mantienen en su puesto es
porque les hace ganar mucho dinero. Stahr es recto, firme, perfeccionista, autoritario,
algo despótico con directores y guionistas, aunque le vemos tratar con guante
de seda a una actriz caprichosa que se siente incomprendida. A un director al
que da vida Dana Andrews, le aparta de la noche a la mañana y sin previo aviso,
de la dirección de una película porque no sabe lidiar con la protagonista, a la
que se maneja fácilmente teniendo paciencia y mano izquierda. Sin darle
explicaciones le aparta de la película y le encarga alguna producción menor.
Los guionistas no cuentan nada para él, los
considera gandules y borrachos, personas que no saben escribir, que utilizan un
lenguaje que nunca se emplearía en una conversación, muy recargado y relamido,
que no es el utilizado por la gente de a pie, muy alejado de la realidad.
Stahr vive obsesionado con el recuerdo de su
esposa, una bellísima actriz que falleció muy joven. La hija de uno de los
grandes socios del estudio está muy enamorada de él pero Monroe solo tiene ojos
para una joven que se parece mucho a su esposa fallecida. Aunque parece estar
interesada por Stahr y mantienen una relación, se acaba casando con otro, y él
siente un gran desengaño y frustración. Esto ocurre justo cuando ha de reunirse
con un escritor que quiere sindicar a los guionistas para que defiendan sus
derechos, consigan mejores condiciones laborales y cobren un poder que ahora no
tienen, relegados a un segundo plano. Este papel está interpretado por Jack
Nicholson que realiza una interpretación muy contenida, muy distinta a las que
nos tiene acostumbrados.
La reunión con este escritor es muy
importante para intentar acercar posturas y evitar una posible huelga de
guionistas, que sería terrible para el estudio, que en ese momento tiene muchos
proyectos en marcha. Pero el Monroe Stahr de siempre no es el que acude a esa
reunión, el que aparece es un hombre muy afectado por su desengaño amoroso, y
que, a pesar de no estar acostumbrado, esa noche bebe en exceso. Deja que
aspectos personales se inmiscuyan en su vida profesional y la afecten muy
negativamente. No deja en casa sus problemas amorosos y eso le va a pasar
factura. Stahr trata al escritor de forma muy descortés y bravucona, e incluso
intenta iniciar una pelea, aunque está demasiado borracho.
Los accionistas del estudio aprovechan este
error para librarse de Stahr sin contemplaciones.
Desde la ventana de su despacho donde
trabajaba día y noche, donde incluso dormía, donde lo ha dado todo por el
estudio, contempla como se alejan los coches de lujo de los poderosos que le
han echado a patadas. Stahr mira con nostalgia lo que hasta hace poco había
sido su imperio. Les ha dicho que sin él no podrán hacer nada, pero todos
sabemos que no hay nadie imprescindible en un trabajo.
Esta película tiene interés desde el punto de
vista laboral pues muestra la forma de actuar en un gran estudio en los años
30, pero es posible que no sea muy distinta a la de muchas poderosas empresas
de hoy en día. Vemos una forma autoritaria y exigente de dirigir un negocio,
pero el director no sólo exige a los demás, a quien más se exige es a sí mismo
y se esfuerza más que los otros. También podemos comentar el movimiento
sindical que comienza a gestarse entre los guionistas, cómo cada profesional
quiere tener su cuota de poder en la industria y cómo incluso amenazan con la
huelga si no obtienen sus pretensiones. Pero lo que me parece más significativo
es la caída desde la cumbre, el que lo ha sido todo cae en desgracia por
envidias, por un fallo o por el motivo que sea y se prescinde de su trabajo sin
miramientos. Esto nos muestra la dureza del mundo de la empresa donde existe
una gran lucha de poder.
Para la próxima ocasión viajaremos al cine
mudo y hablaremos de los oficios de Charlot, a través de varios cortos de
1914-1917 en los que el entrañable personaje creado por Charles Chaplin intenta
desarrollar empleos de todo tipo, generalmente con muy poco éxito y casi
siempre metiéndose en todo tipo de líos.
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