sábado, 15 de septiembre de 2012

Laboralcinema presenta: Lo que el viento se llevó


LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ
Lo que el viento se llevó (1939) es una gran obra, un regalo para el cinéfilo, una oportunidad de disfrutar de un gran espectáculo, de una magnífica historia, una banda sonora inolvidable  y unos personajes míticos.
En 1936 Kay Brown, una joven encargada del departamento literario de David O’Selznick le recomendó Lo que el viento se llevó de Margaret Mitchell, novela que aún no estaba publicada. En principio no mostró mucho interés por una obra sobre la guerra civil americana, hasta que se enteró de que la Warner quería adquirir los derechos de la novela para llevarla a la gran pantalla con Bette Davis como protagonista. Fue entonces cuando David O’Selznick decidió adquirir los derechos de una novela que en poco tiempo se convertiría en un éxito de ventas. Cuando se empezó a rumorear que se iba a hacer una película el productor comenzó a recibir cartas para que fuera Clark Gable el que diera vida a Rhett Butler. De hecho, la autora del libro manifestó que cuando describió a este personaje lo hizo pensando en Gable. En un principio se había pensado en Ronald Colman, o en Gary Cooper, y aunque parecía que el papel de Butler le sentaría a Gable como anillo al dedo, y además era lo que el público esperaba, la cosa no fue fácil, pues el actor era la gran estrella de la MGM. Tras difíciles negociaciones se consiguió al actor principal, pero faltaba Escarlata O’Hara, y la selección de la protagonista fue mucho más difícil. Por el casting pasaron las mejores actrices del momento como Irene Dune, Katharine Hepburn, Joan Fontaine, Carole Lombard, Joan Crawfod, Margaret Sullivan, Loretta Young, Susan Hayward, Claudette Colbert, Barbara Stanwyck, Frances Dee o Paulette Godard, entre otras, pero fue Vivien Leigh la actriz que consiguió el codiciado papel que le permitiría ganar un Oscar.
También hay que destacar a Olivia de Havilland en el papel de Melania, Hattie Mcdaniel primera actriz negra en ganar un Oscar, Leslie Howard dando vida a Ashley, o Thomas Mitchell, que ganaría ese año el Oscar aunque no por su papel del señor O’Hara sino por su brillante papel de un doctor borrachín en la magnífica película La Diligencia.
El director fue Víctor Fleming, que obtuvo el Oscar, aunque también colaboraron en la dirección George Cukor y Sam Wood.
Lo que el viento se llevó fue la gran ganadora de la ceremonia de los Oscar: mejor película, mejor director, mejor actriz principal, mejor actriz de reparto (Hattie McDaniel), mejor guión adaptado (Sidney Howard), mejor dirección artística (Lyle, Wheeler), mejor fotografía (Ernest Haller, ray Rennehan), mejor montaje (Hal C Kern y James E Newcom). Además David O’Selznick fue premiado con el premio en memoria de Irving Thalberg, un Oscar honorífico a William Cameron Menzies y otro premio por logros técnicos (Don Musgrave y Selznick International Pictures). Asimismo fue nominado Clark Gable, pero el Oscar se lo arrebató Robert Donat por Adiós, Mr. Chips; también Olivia de Havilland obtuvo una nominación, así como los efectos visuales, el sonido y la banda sonora.
Sin duda se podrían comentar muchas cosas sobre esta película mítica, podríamos hablar largo y tendido del guión, las magníficas interpretaciones, la fotografía, la inolvidable banda sonora, los premios cosechados o múltiples anécdotas, pero lo que nos interesa en Laboralcinema es hablar de los aspectos relacionados con el mundo laboral.
En la película se hace mención a la esclavitud. Los caballeros del sur que se reúnen en fiestas y tertulias, con su refinada educación, sus buenos trajes y sus sueños infantiles de guerra como sinónimo de aventura caballeresca, son dueños de grandes plantaciones de algodón que pueden sacar adelante gracias al trabajo de los esclavos negros. Es cierto que se menciona la esclavitud, pero se muestra de forma bastante edulcorada, un mundo de amos buenos y esclavos contentos, un mundo de caballeros justos y bondadosos que despiden a sus capataces si son violentos o de malas costumbres. Incluso Ashley dice que él hubiera liberado a sus esclavos a la muerte de su padre. En otras películas o en series de televisión se muestra la esclavitud de forma mucho más cruda, como en Los diez mandamientos en la que a golpe de látigo unos esclavos arrastran piedras para construir una pirámide; u otros títulos como La cabaña del tío Tom, o La esclava libre, entre otros. En cuanto a series de televisión es preciso mencionar Kunta Kinte o Norte y Sur.
También como forma de esclavitud se usa a un grupo de presos como mano de obra barata para trabajar en la serrería de Escarlata. El capataz pide libertad y que no haya preguntas y nuestra protagonista acepta, ante la mirada escandalizada de Ashley y su reproche, pues eso significa trabajo a destajo, maltrato y poca comida, pero Escarlata decide cerrar los ojos y aprovechar a unos trabajadores que cobran poco y trabajan muy duro. 
En realidad la película insinúa la esclavitud y los trabajos forzados pero no los muestra. Mientras escribo estas líneas me vienen a la cabeza imágenes de la oscarizada Ben-Hur, cuando Charlton Heston es condenado a galeras, y todos han de remar hasta la extenuación al ritmo de un tambor, recibiendo latigazos si las fuerzas flaquean. Otro ejemplo es El capitán Blood, basada en la novela homónima de Rafael Sabatini, en la que un grupo de hombres por motivos políticos son considerados traidores y vendidos como esclavos, sometidos a trabajos forzados, torturas y vejaciones, y no ven otra salida que escapar y convertirse en piratas a las órdenes del capitán Blood (Errol Flynn). También contamos con otro título: El médico de Stalingrado, que muestra las barbaridades cometidas en un campo de concentración ruso, donde se obliga a trabajar a los reclusos incluso cuando están gravemente enfermos.
La esclavitud nos parece algo de tiempos remotos, pero con cierta frecuencia conocemos noticias de personas que viven como esclavos y son obligados a trabajar en condiciones precarias sin ningún derecho.
Otra cuestión  que podemos comentar es cómo las guerras o las situaciones de crisis económica dejan en la ruina a muchos y enriquecen a otros. En Lo que el viento se llevó vemos grandes mansiones y plantaciones arrasadas, y el modo de vida al que estaban acostumbrados se ha esfumado. Además muchos han muerto, otros están mutilados y otros muchos deprimidos y decepcionados. Entre estos últimos está Ashley, débil, desorientado, en un mundo que ya no es el suyo. Rhett, sin embargo, es de los que siempre salen adelante, la guerra le ha hecho rico, ha sabido aprovechar la oportunidad. Como hemos dicho antes en las situaciones de conflicto hay especuladores, negociantes, oportunistas que, o bien saben ver dónde está el negocio, o bien se aprovechan de los más desfavorecidos. Este último perfil es el que tiene el antiguo capataz de la familia O’Hara, que ahora viste bien, , conduce un pequeño coche de caballos y se dedica a cobrar impuestos abusivos que la mayoría no van a poder pagar. A Escarlata le ofrece una mísera cifra por Tara, pero ella hará cualquier cosa para conservarla.
La niña caprichosa que era Escarlata ha desaparecido y ha sido sustituida por una mujer fuerte, capaz de huir de Atlanta mientras la ciudad arde, y llevar a Tara a Melania, débil y medio enferma tras dar a luz, al bebé y a una miedosa esclava negra. Piensa que al llegar a casa todo se va a arreglar, pero su casa ya no es la que era: su madre, en la que ella quería buscar apoyo y consuelo, acaba de morir, su padre ha perdido la razón, la mayoría de los esclavos han huido, los soldados han robado todo lo de valor, y ella se da cuenta de que ha de asumir el papel de cabeza de familia. Y mientras mordisquea una zanahoria que acaba de sacar de la tierra, jura que ni ella ni su familia volverán a pasar hambre así tenga que robar o matar.
El esfuerzo y el trabajo de Escarlata son loables, aunque sus métodos, muchas veces no son los más correctos. Sus manos ya no son las de una señorita, están rugosas y agrietadas por trabajar la tierra.
Una de sus hermanas no está contenta y siempre se queja, no quiere trabajar, todavía recuerda su vida de fiestas campestres, bailes y vestidos nuevos, y no acepta el trabajo duro o las órdenes de su hermana. Esto me ha hecho pensar en una noticia que se ha publicado recientemente acerca de que en España un 25% de los jóvenes pertenecen a la generación “Ni-Ni” (Ni estudia, ni trabaja), jóvenes que no hacen nada ni quieren hacerlo, y el porcentaje me parece muy alto, son muchos jóvenes sin proyección intelectual o profesional, que piensan simplemente en no hacer nada o en “vivir la vida” a costa de otros.
También hay que decir que en la época en la que se desarrolla Lo que el viento se llevó, las jovencitas de clase alta eran educadas y preparadas para el matrimonio. Escarlata y sus hermanas estaban acostumbradas a una vida cómoda con sus padres y aspiraban a una vida similar con sus futuros maridos, y se sienten descolocadas y decepcionadas cuando la situación cambia y han de vivir pobres y trabajar duramente. Su forma de vida, sus ilusiones y esperanzas se las ha llevado el viento. Escarlata no es que haya olvidado los buenos tiempos, las fiestas y bonitos vestidos, pero intenta adaptarse a la nueva situación y hace lo que sea para sacar a su familia adelante y no perder su plantación, la casa donde fueron tan felices.
Frank, el que se convertirá en el segundo marido de Escarlata, tras el fin de la guerra ha puesto un negocio, ha montado una pequeña serrería y ha ahorrado algo de dinero. La serrería podría ser un gran negocio pero Frank es prudente y temeroso y no se atreve a embarcarse en un negocio más ambicioso, sin embargo, escarlata ve que con la madera se va a ganar mucho dinero pues se están construyendo muchas casas.
Es cierto que los emprendedores pueden tener éxito o no, pueden hacerse ricos,  tener un éxito moderado, o arruinarse, Pero ¿Qué sería del mundo sin emprendedores, sin personas que intentan convertir un sueño en algo real?
He visto esta película muchas veces pero siempre es un verdadero placer volver a verla. Quizás en el tiempo que vivimos de crisis, paro, recortes, bajada de sueldos, subida de precios y desánimo, recordamos lo que el viento se llevó, y lo que dicen que se va a llevar…
La próxima película que se comentará en laboralcinema será Gigante, con un magnífico trío protagonista: James Dean, Rock Hudson y Liz Taylor.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo contigo es una gran película y que cada vez que la ponen aunque la haya visto mil veces siempre descubro algo nuevo y me engancha.
    En ella vemos como de dura es la vida después de la guerra, lo mismo que estamos viviendo actualmente, si no es un guerra pero en algunos casos la situación es como si lo fuese, y como la gente que tiene ganas de emprender y salir adelante lo consigue al igual que hace Escarlata para sacar adelante a su querida Tara; sí que es cierto que en ocasiones los métodos que utiliza no son los más apropiados y más en la época en la cual se desarrolla el film, pero personalmente el papel de Escarlata me parece fascinante de ser una mujer fuerte y poder contra toda adversidad.
    Considero que actualmente se tiene que pensar muy seriamente el hecho de ser capaz de emprender y no esperar a que nos caiga del cielo esa oferta de empleo, ya que el resto de empresarios tienen los mismos temores que podemos tener nosotros a la hora de empezar con un nuevo proyecto, lo que está claro es que no puede uno quedarse parado, me viene a la memoria una conferencia que realizo Miquel Bonet hace unos días en Barcelona donde hablaba sobre la importancia de emprender y más en la época actual.

    Actualmente la esclavitud esta “abolida” pero me viene a la menta los niños que están en países tercer mundista donde trabajan jornadas de 10 ó 12 horas por un mísero salario del cual tienen que vivir varias personas, si que se están haciendo muchas labores para conseguir que esto no suceda pero lamentadlo mucho aún muchas organizaciones que es la manera con la cual abaratar costes.
    En tiempo de crisis encontramos dos tipos de personas unas que son las que piensan que todo va mal y luego las que ven en la crisis una oportunidad, esta última una cultura muy japonesa; y es con lo que me voy a quedar, las crisis es una oportunidad para reinventarse realizar nuestro sueño y no verlo como algo negativo, este sábado estuve en Fitting Room y conocí a varias personas que han empezado su negocio este año , el cual tiene menos de seis meses de vida, en algún caso empezaron su negocio por que se quedaron sin empleo y fue la forma que encontraron para estar en activo y realizar su sueño y en algún otro caso porque este era el momento en cual lanzarse a realizar su obra, es por eso que quiero invitar a la gente que se encuentra en situaciones similares a que en lugar de lamentarse se reinventen que con ilusión y constancia todo se puede conseguir

    ResponderEliminar