TRES
VECES 20 AÑOS
Tres
veces 20 años es una coproducción entre Francia, Bélgica y
Reino Unido dirigida en 2011 por Julie Gavras, y que cuenta en los papeles
principales con William Hurt e Isabella Rosellini.
Mary
y Adam están cerca de los 60 y compaginan con estilo el trabajo, los amigos,
las relaciones con sus hijos y nietos o su relación de pareja. Él es un
prestigioso arquitecto que acaba de obtener la medalla de oro por su carrera
profesional. Es un gran honor pero ¿Es también una “tumba” profesional? ¿Le
están dando las gracias por los servicios prestados e insinuándole que su
carrera ha terminado?
Mary
tiene un episodio de amnesia y desorientación y piensa que puede sufrir la
enfermedad de Alzheimer, así que acude al médico, se somete a todo tipo de pruebas,
pero afortunadamente le confirman que no sufre un proceso demencial y que lo
que le ocurrió fue un episodio puntual quizás producido por el estrés o por
algún problema. Le recomienda que se cuide, que tenga actividades, una buena
alimentación y que practique ejercicio.
Este
episodio la lleva a darse cuenta de que el tiempo ha pasado y que tanto ella
como su marido han entrado en lo que se llama la tercera edad. Ante este
descubrimiento cada uno reacciona de manera muy diferente. Adam se niega a envejecer,
quiere sentirse joven y por ello cambia de indumentaria y se embarca en un
nuevo proyecto con unos arquitectos jóvenes llenos de ilusiones y nuevas ideas.
Por el contrario, Mary decide encarar la situación haciendo lo que mejor sabe
hacer: cuidar de su marido y de su familia, y empieza a tomar medidas, a hacer
lo que podríamos llamar los preparativos para envejecer. Por recomendación
médica se apunta a unas clases de aqua-fitness pero se encuentra fuera de lugar
y no puede seguir el ritmo de las jovencitas, así que decide abandonar.
Está
convencida de que ha perdido su atractivo y que lo único que le queda es
abrazar la vejez y amoldarse a ella. Por este motivo decide comprar diversos
artilugios como un teléfono con números gigantes para personas con problemas
visuales, un andador o barras en la bañera, por poner algunos ejemplos. Alguno
de estos productos de apoyo le pueden resultar de utilidad pero la mayoría no
los necesita. Esta situación me recuerda una escena de la película El Gran
Torino, protagonizada por un soberbio Clint Eastwood que da vida a un hombre
que, pese a ser mayor, es totalmente independiente, cuida de sí mismo, de su
casa, de su coche, conduce, maneja armas de fuego y se enfrenta a cualquier
situación. El día de su cumpleaños sus hijos le regalan un teléfono con números
muy grandes y una pinza alcanza-objetos. Él pasa de la perplejidad a la rabia
cuando se da cuenta de que el deseo de su familia es mostrarle que es un inútil
y arrinconarle en una residencia para, así, quedarse con su casa y su coche.
Volviendo
a la película que nos ocupa, nuestro protagonista no quiere envejecer antes de
tiempo, considera que todavía puede hacer muchas cosas, y esto le distancia de
su mujer pues parece que van por caminos diferentes.
He
elegido esta película para mostrar cómo la edad es, con frecuencia, un
obstáculo en el ámbito profesional. Si una persona de unos 50 años se queda en
paro ¿Qué posibilidades tiene de encontrar un empleo? ¿Es que no cuenta la
experiencia? ¿Es que hay que arrinconar a las personas de cierta edad? Parece
que sólo se valora lo nuevo, lo joven, y no se tiene en cuenta lo que cada uno
puede aportar. A esto se hace referencia en la película en varias ocasiones,
por ejemplo, cuando el protagonista recibe la medalla, como si fuera un premio
a una carrera ya concluida, o cuando Mary quiere volver a trabajar. En la
empresa tienen a muchas personas mayores como voluntarios, pues trabajan mejor,
cumplen más y se quejan menos, así que se aprovechan de ellos para que hagan
todo tipo de tareas, aunque sin responsabilidad. Por ejemplo, a Mary, que es
una mujer preparada le encargan que haga bizcochos, y ella decide marcharse, no
quiere formar parte de esa mano de obra explotada, realizando tareas que no la
llenan ni la ayudan en su realización personal.
Para
seguir hablando de la tercera edad a Adam le encomiendan el diseño de una
residencia, y tendrá sus mejores ideas cuando atienda a la gente de las
Panteras grises, un grupo de jubilados que luchan por sus derechos, y le
cuentan cómo sería su residencia ideal.
Creo
que de esta película podemos utilizar como tema de debate el trabajo en
personas mayores, distintas formas de enfrentarse al proceso de envejecer, el
rechazo social a las personas de cierta edad, así como su exclusión, y la importancia
de conceder a cada uno su valor y escuchar lo que cada persona pueda aportar
desde su experiencia.
Si quieres ver el trailer de la película:
La
semana que viene hablaremos de un gran clásico, una obra maestra que se puede
ver una y otra vez y siempre hace disfrutar: Desayuno con diamantes.
Lo cierto es que actualmente si una persona de 50 años se queda en paro las posibilidades de encontrar un empleo se complican cada vez más, ya que muchas organizaciones tienen el concepto que si tiene x años ya no eres valido para su empresa por que tienen los prejuicios que esa persona se ha quedado anclada en el pasado. Yo que realizó entrevistas prácticamente a diario me encuentro con las dos vertientes, personas que encontraron un puesto de trabajo, han permanecido en la misma empresa durante años hasta que la misma ceso y no se molestaron en aprender cosas nuevas se limitaban a realizar su trabajo de una forma automatizada y por el contrario encuentro a personas que han sido muy inquietas y a pesar de tener el mismo puesto de trabajo durante años se han molestado en ir aprendiendo cosas nuevas y estar al tanto de lo que sucede dentro de su entorno.
ResponderEliminarNo creo que tengamos que catalogar a las personas de cierta edad como personal que ya no puede ser contratado si no ver cada caso. En muchos casos la experiencia es un grado y estas personas se suelen adaptar bien a los diferentes entornos ya que por sus años de experiencia les ha tocado moverse en diferentes entornos valga la redundancia.
Desde siempre se tuvo miedo a envejecer, ya que asociamos la vejez a incapacidad, antiguamente sucedía eso pero ahora cada vez más vemos a personas mayores que son muy activas, hacen cursos, se comprometen con la ciudad, hace unos meses vi a unos abuelos manifestándose para que no cerrasen un centro médico ¿Cuántos jóvenes lo hubiesen hecho? Tampoco quiero decir que lo joven y nuevo no sea válido pero, ¿Por qué no mezclar a ambos? Creo que podríamos tener una cultura de organización más rica ya que se nutrirían unos de otros.
Como bien has indicado en la película de Gran Torino, que por cierto me encanto, vemos como un hombre mayor es capaz de mantenerse por si mismo y lo más importante enseña valores a los más jóvenes.