El hombre del traje gris (The man in the gray flannel suit) es una película norteamericana del año 1956 dirigida por Nunnally Johnson y cuyo argumento está basado en la novela homónima de Sloan Wilson. La película se realizó poco después del lanzamiento de la novela y al igual que esta tuvo gran éxito comercial. Está protagonizada por un importante elenco de actores entre los que destacan: Gregory Peck, Jennifer Jones, Fredric March, Marisa Pavan, Lee J. Cobb, Ann Harding, Keenan Wynn, Gene Lockhart, Gigi Perreau, Portland Mason y Arthur O'Connell.
En ocasiones al ver la película me parecía estar viendo dos filmes distintos, dos historias diferentes: una el relato del tiempo presente, y otra los recuerdos de la guerra que se muestran mediante flashbacks. Aunque ambas partes son de gran interés me centraré en los hechos del presente, donde podemos encontrar cuestiones relevantes relacionadas con el mundo laboral.
Tom Rath (Gregory Peck) es un hombre con un trabajo seguro y un sueldo modesto, dos hijos y una esposa que quiere vivir mejor y odia la casa en la que vive, cuando, en mi opinión, no está nada mal. De su vivienda llega a decir: “odio esta casa, es una tumba de todas nuestras ilusiones”. Tal vez sea la casa lo que les impide ser felices, pero es más probable que se deba a que han vivido una guerra y eso marca para siempre. Han pasado ya 10 años pero siguen sufriendo las consecuencias, lo cierto es que Tom volvió de la guerra muy cambiado y eso ha afectado a la relación con su mujer.
Un amigo le habla sobre un puesto de trabajo de relaciones públicas y está pensando en acudir a la entrevista, aunque no sabe nada sobre ese trabajo, sin embargo, el amigo le dice que no es difícil, que con una camisa limpia y duchándose todos los días no le hace falta nada más. En realidad estos serían unos requisitos mínimos para cualquier trabajo o actividad, pero para dedicarse a las relaciones públicas, además de una apariencia física correcta y aseada se precisan más requisitos: ser sociable, tener don de gentes, capacidades comunicativas, etc.
Él duda, pero su mujer que quiere progresar, que desea otra casa y otra vida distinta le anima, le dice que no va a estar siempre ganando 7000 dólares al año, y él, con cierto aire de pesimismo, le dice que es verdad, que podría ganar menos. Y seguro que esto nos suena a muchos españoles, que estamos experimentando reducciones de nuestros sueldos al tiempo que aumentan nuestras tareas y obligaciones: “trabajar más por menos”, y poner buena cara porque otros están peor.
Finalmente Tom se decide, quiere contentar a su mujer, hacer lo que sea mejor para todos. En la entrevista de trabajo le piden que escriba algo sobre sí mismo. Probablemente muchos tenderían a extenderse, a alabar sus virtudes, capacidades y destrezas, a engordar su currículum o a ponerse por las nubes, pero nuestro protagonista es escueto y en pocas líneas manifiesta su intención de trabajar, esforzarse y aprender. En muchas ocasiones las empresas piden en las entrevistas demasiada información que no es relevante.
Tras conseguir el empleo empieza a darse cuenta de las envidias e intrigas y se plantea si para sobrevivir en un medio hostil debe comportarse como los demás, sin embargo, se impondrá la honradez y rectitud.
Cuando su jefe (Fredric March) le pide opinión sobre un discurso que ha escrito, a él no le gusta, pero no sabe si decir la verdad o ser pelota como los demás empleados que lo que han buscado es contentar al jefe con sus halagos y quedar bien con él. Su mujer le anima a ser franco con su jefe. La pregunta que podríamos hacernos es si realmente nuestros jefes valoran la franqueza o esperan únicamente las alabanzas y peloteos de sus subordinados. Él duda entre decir la verdad abiertamente o ser más diplomático o recurrir a subterfugios para hacer una crítica más suave.
Sus dudas son razonables y lo expresa con claridad cuando dice: “Cuando un hombre se siente seguro, con dinero en el banco y otros trabajos esperándole es fácil ser franco, valiente y digno, pero cuando tiene como yo mujer e hijos que mantener y lo único que posee es su empleo, ¿Qué crees tú que debe hacer?”. Venciendo sus dudas prefiere la rectitud, hacer lo que le dicta su conciencia y ser franco, y en este caso su jefe lo valora positivamente, y ve en él a un colaborador en el que se puede confiar. En cierta medida envidia a Tom que es un hombre bueno, recto y tiene una familia que le quiere. Él podría tener todo eso pero ha dado más importancia al trabajo y ha descuidado las cosas importantes de la vida: tiene un matrimonio fracasado y su hija, una joven rebelde, es una desconocida para él. Se sincera con Tom y le dice: “Los hombres de negocios que consiguen el éxito no son hombres como usted, que trabajan de 9 a 5 y vuelven a casa con sus hijos. Requiere dedicación exclusiva. Mi error ha sido ser uno de esos hombres”. Cuando Tom rechaza hacer un viaje con su jefe, se lo justifica diciendo que él es un hombre de 9 a 5. La verdad es que es una actitud atrevida y poco prudente, pues si el jefe plantea un viaje de trabajo parece un poco irreal decir que no, salvo por un motivo muy justificado. Las empresas buscan la disponibilidad de sus trabajadores, aunque a veces absorben demasiado al individuo y llegan a separarlo de su familia. Es muy importante poder conciliar de forma adecuada la vida familiar y laboral, de esa forma se consigue que la persona trabaje con más interés, y sea más productiva.
Para terminar quiero citar una frase de la película: “El modo en que viven es estúpido, todo el día trabajando”, y es que hay que dedicar tiempo al trabajo pero también a la familia, a la diversión y al descanso.
La semana que viene comentaremos la película Su pequeña aventura, una comedia protagonizada por Doris Day y James Garner. Y próximamente comentaremos títulos como: El viaje del director de recursos humanos, Pago justo, Acoso, Tiempos modernos o Metrópolis. Si queréis hacer sugerencias intentaremos atenderlas lo antes posible.
Gran película donde podemos ver que es más importante la integridad de uno mismo que no el hacer cosas que están fuera de nuestras creencias.
ResponderEliminarEl personaje es un hombre integro y el algún momento de la historia no esta muy conforme con cuales son sus actitudes o lo que los demás esperan de él, intenta vivir en un mundo en el cual se supone que debe mantener las apariencias pero el decide ser fiel a sus principios y confesar cosas como, que el discurso no es correcto, que tiene un hijo ilegitimo, todo ello para sentirse bien consigo mismo.
Como bien indicáis en ocasiones nos debatimos entre decir lo que pensamos o lo que es lo correcto por las consecuencias que eso pueda provocar y más teniendo responsabilidades que cumplir. Para mi es importante que seamos consecuentes con nuestras opiniones y actuaciones aunque eso pueda provocarnos algún hecho que no nos beneficie pero si actuamos de otra forma llegaremos a un momento en nuestra vida que no nos sentiremos bien con nosotros mismo, miraremos atrás y no estaremos orgullosos de nuestros actos.
Si que es cierto que en ocasiones indicar a un superior que no se hará cierto trabajo o que lo que propone no es correcto da vértigo, pero todo depende de como se digan las cosas y como se expongan. Estoy segura que si se hacen de una manera correcta no tiene por que tener ningún tipo de consecuencia.
Sandra, pienso lo mismo que tú, hay que ser íntegro y decir la verdad, aunque también hay que saber decirla, así que un poco de diplomacia, de encontrar el momento adecuado y las palabras más apropiadas son recursos que no vienen nada mal.
ResponderEliminarEntiendo perfectamente las dudas de Gregory Peck en la película, son las dudas de una persona sensata y responsable que tine deudas que pagar, un montón de facturas, una familia a la que mantener y que además no lleva mucho tiempo en ese trabajo.
Desde luego yo me inclino por la honradez y la sinceridad del personaje, pero también hay que decir que hay jefes y jefes...y no todos son tan comprensivos.